La Inteligencia Artificial y el Síndrome de Frankenstein: Una Perspectiva desde la Evolución Humana
La paleoantropóloga María Martinón, directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), aborda la creciente preocupación sobre la Inteligencia Artificial (IA) y su impacto en la sociedad. En una reciente entrevista, Martinón descarta que la IA vaya a tener un rol determinante en la evolución biológica humana, a diferencia de otros avances tecnológicos como la comunicación a distancia. Además, defiende que la IA, como creación humana, no debe ser temida.
La científica, en el marco del XV aniversario de la inauguración del CENIEH en Burgos, señala que no hay motivos para caer en lo que Isaac Asimov denominó el «síndrome de Frankenstein», el temor a que las creaciones tecnológicas se rebelen contra sus creadores.
«La Inteligencia Artificial es un producto de la inteligencia humana y, por tanto, no tenemos que temerla», afirma Martinón. «No debemos sentirnos amenazados por una herramienta sofisticada que, ciertamente, debería facilitar y agilizar muchas tareas cotidianas».
Desde su perspectiva profesional, Martinón no considera que la IA vaya a jugar un papel decisivo en el futuro de nuestra especie, en nuestra evolución biológica, al menos en su concepción actual. Tampoco cree que vaya a suplantar a la inteligencia natural.
Usos de la IA en la Investigación y Más Allá
En el ámbito de la investigación científica, la IA ya se emplea como una herramienta de apoyo para los investigadores. Martinón reconoce que su papel será aún más relevante en el futuro, pero enfatiza que nunca podrá igualar la creatividad humana, esencial en la investigación.
«En un campo como el nuestro –el estudio de la evolución humana– donde debemos formular preguntas que requieren no solo inteligencia sino también creatividad, la inteligencia natural seguirá predominando», asegura la experta. El ser humano, argumenta, siempre planteará interrogantes y propondrá alternativas más innovadoras.
Fuera del ámbito científico, las decisiones, los sentimientos y las emociones, características intrínsecamente humanas, seguirán siendo el motor de nuestra especie, independientemente de los avances en IA.
Sin embargo, Martinón sí destaca el impacto de otros desarrollos tecnológicos en nuestra evolución, como la comunicación a distancia. Estas nuevas formas de comunicación, aunque han abierto un abanico de posibilidades, también han alterado y, en cierta medida, empobrecido las relaciones humanas, generando riesgos que a menudo pasan desapercibidos.
«Nos hemos acostumbrado a comunicarnos obviando una parte fundamental para la empatía: la presencia física», señala Martinón, refiriéndose a la capacidad de interpretar más allá de las palabras o de expresarnos en un número limitado de caracteres.
La investigadora sostiene que «las personas somos mucho más que una opinión puntual», pero hemos simplificado las relaciones humanas hasta el punto de definirnos por un mensaje en redes sociales o una imagen. «Esto empobrece y altera la naturaleza social de nuestras comunicaciones», asevera.
Tecnología y Cultura: Atenuantes de la Selección Natural
La directora del CENIEH afirma que la evolución biológica humana continúa y continuará, aunque quizás de manera menos evidente en nuestra apariencia física de lo que la ciencia ficción nos ha hecho imaginar.
Los cambios en nuestro sistema inmunológico, la capacidad de adaptación a nuevas amenazas biológicas, el desarrollo de enfermedades y la aparición de tolerancias e intolerancias, son muestra de esta constante evolución.
«La idea de que nuestros cerebros seguirían creciendo indefinidamente no tiene sentido desde un punto de vista económico», explica Martinón. No se puede gastar energía en aspectos innecesarios. Lo que la especie necesita ahora es un cerebro eficiente, que consuma menos energía, y «disponemos de numerosas memorias externas para aligerar la carga».
Por ello, Martinón considera que la evolución tecnológica y cultural, que avanzan a un ritmo mucho más acelerado que la biología, actúan como un amortiguador de la selección natural.
Los humanos ya no nos adaptamos al entorno, sino que, con una capacidad de transformación notable, adaptamos el entorno a nuestras necesidades, a veces con consecuencias perjudiciales para el medio ambiente, lamenta la paleontropóloga. No obstante, se muestra optimista respecto al ser humano y al uso de la IA.
Seres Sociales y Compasivos: La Esencia Humana
«En esencia, nuestra naturaleza es positiva. Nuestro instinto y nuestra naturaleza son predominantemente sociales y compasivos», afirma Martinón. Aunque reconoce que los humanos tenemos un componente de violencia significativo, este es menor de lo que cabría esperar como primates y no define nuestra esencia.
Se trata de una violencia que puede ser modulada por la cultura. El problema, señala, es que «nos hemos especializado en matar, a través de la tecnología, de forma masiva y a distancia», anulando la empatía, uno de los mecanismos que inhiben la violencia. De ahí la necesidad de una constante autoevaluación y autocrítica.
Insights de Evox News: Cómo la Perspectiva de Martinón sobre la IA Puede Impactar tu Negocio
La visión de María Martinón sobre la IA ofrece varias claves importantes para el mundo empresarial:
Oportunidad de Automatización y Eficiencia: La IA, como herramienta, presenta una oportunidad para automatizar tareas, optimizar procesos y aumentar la eficiencia operativa en diversas áreas de negocio. Esto puede traducirse en una reducción de costes y una mayor productividad.
Creatividad e Innovación como Ventaja Competitiva: La afirmación de que la IA no puede replicar la creatividad humana resalta la importancia de fomentar el talento y la innovación dentro de las empresas. La capacidad de generar ideas originales y soluciones creativas seguirá siendo un factor diferenciador clave en el mercado.
El Factor Humano en la Era Digital: La reflexión sobre el impacto de la comunicación a distancia en las relaciones humanas subraya la importancia de mantener un equilibrio entre la interacción digital y la presencial. Las empresas deben considerar cómo la tecnología afecta la dinámica de sus equipos y la relación con sus clientes, buscando formas de preservar la empatía y la conexión humana.
Adaptación y Resiliencia: La evolución constante del ser humano, tanto biológica como culturalmente, es un recordatorio de la necesidad de adaptación y resiliencia en el entorno empresarial. Las empresas deben estar preparadas para los cambios, anticiparse a las tendencias y ser capaces de ajustar sus estrategias y modelos de negocio.
* El impacto de los avances tecnólogicos debe ser analizado para medir el impacto real de estas nuevas tecnologías en la empresa. No todas las tecnologías tienen el mismo impacto, y este puede ser positivo, automatizando procesos, o negativo, mermando las relaciones humanas y la empatía