Los talleres de Guangzhou, en el sur del país, producen ropa y otros ítems baratos que inundan el mundo libres de ARANCELES

Por Keith Bradsher
The New York Times
Las hileras de edificios de hormigón blanco cerca del río Perla, en el sur de China, albergan una de las industrias de más rápido crecimiento del mundo: talleres industriales que producen ropa barata que se exporta directamente a hogares y pequeñas empresas de todo el mundo. No se pagan aranceles ni se realizan inspecciones aduaneras.
Los trabajadores que fabrican estos productos ganan US$ 5 por hora, incluidas las horas extra, por jornadas que pueden durar diez horas o más. Pagan US$ 130 al mes por dormir en diminutas habitaciones situadas encima de las fábricas.
«Es un trabajo duro»
dijo Wu Hua, quien cose pantalones siete días a la semana en una fábrica de Guangzhou, una enorme metrópolis que se extiende a lo largo del río Perla.
Los gigantes del e-commerce han forjado vínculos estrechos entre los mercados internacionales y trabajadores como Wu, sacudiendo el retail y las economías de todo el mundo.
El número de envíos libres de impuestos a EE.UU. se ha multiplicado por más de diez desde 2016, sumando 4 millones de paquetes diarios el año pasado. Los envíos similares a la Unión Europea han aumentado aún más rápido, hasta alcanzar los 12 millones de paquetes diarios en 2024.
Ahora se está produciendo una reacción global. El presidente de EE.UU. Donald Trump ordenó el 4 de febrero suspender la entrada libre de impuestos, sin inspección, de paquetes con bienes por un valor de hasta US$ 800.
Trump suspendió temporalmente su orden para dar tiempo a los funcionarios para idear un plan para lidiar con las montañas de paquetes que comenzaron a acumularse en los aeropuertos para su inspección.
De Trump a Asia
Desde que asumió el cargo en enero, Trump ha lanzado una andanada de medidas comerciales, incluida una orden el jueves 13 de febrero para que sus asesores elaboren nuevos niveles de aranceles que consideren una serie de barreras comerciales.
Pero una suspensión duradera de los envíos libres de impuestos podría ser la medida de mayor alcance. Hasta ahora, estas compras han eludido los nuevos aranceles, incluido un impuesto del 10% sobre todos los bienes procedentes de China, así como muchas otras tasas que se han acumulado a lo largo de los años.
La medida de EE.UU. contra los llamados envíos de «minimis» (paquetes de bajo valor que la aduana no se molesta en inspeccionar ni calcular aranceles) fue una de muchas. El verano pasado, Sudáfrica impuso aranceles del 45% incluso a las importaciones más pequeñas de ropa.
Tailandia puso fin a su exención de impuestos a las ventas para los paquetes importados de bajo valor, aunque sigue permitiendo la entrada sin aranceles de aquellos de hasta 1.500 baths tailandeses (US$ 44). Y la Comisión Europea propuso este mes poner fin al tratamiento libre de impuestos del bloque de 27 naciones para los paquetes de hasta € 150 (US$ 156).
Los países han citado diferentes razones para sus restricciones. Trump sostuvo que, al eludir las inspecciones aduaneras, los paquetes libres de impuestos se habían convertido en una vía para que el fentanilo y otros materiales relacionados entraran al país. La Comisión Europea adujo la necesidad de garantizar la seguridad de los productos importados, detener los productos falsificados y evitar la competencia desleal. Sudáfrica y Tailandia actuaron para proteger a los propietarios de tiendas locales.
«Tenemos el deber de garantizar que los bienes que entran en nuestro mercado sean seguros y que todos los comerciantes respeten los derechos de los consumidores», afirmó Michael McGrath, comisario europeo.
Al amparo de gigantes
Este rincón del sur de China, cerca de Hong Kong, ha sido un centro de manufacturas de bajo costo para exportación desde los años 80, sobre todo prendas de vestir. Pero el auge de los vendedores de e-commerce en todo el mundo ha creado una demanda cada vez mayor de esos envíos.
Guangzhou se ha convertido en el centro mundial de envíos de artículos de minimis. En muchos kilómetros cuadrados de la ciudad, las prendas de moda rápida se confeccionan en edificios de hormigón con talleres de costura y, a veces, viviendas encima.
Shein y Temu, gigantes chinos del e-commerce que son rivales y que juntos controlan al menos un tercio de la industria de minimis, coordinan gran parte de sus cadenas de suministro desde Guangzhou. Amazon lanzó su propio negocio en el sector, Haul, para envíos desde China.
La industria de pequeños envíos de China no se limita a Guangzhou ni tampoco al pilar de la industria, la indumentaria. Yiwu, una ciudad a unos 900 kilómetros al noreste de Guangzhou con un vasto mercado mayorista, se ha convertido en otro centro neurálgico. Coordina exportaciones de juguetes, sombreros y otros artículos pequeños desde pueblos dispersos por el delta del río Yangtsé.
Shein, en particular, se ha presentado como un nuevo concepto de negocio que conecta a clientes que viven lejos con fábricas preparadas para cortar y coser casi cualquier cosa. Al colaborar con 5.000 talleres y pequeñas fábricas en toda China, el enfoque de la compañía elimina casi por completo la necesidad de stock en las tiendas, o incluso de locales y personal de venta retail.
«Hemos reinventado la cadena de suministro empoderando a miles de pequeñas y medianas empresas, brindándoles una visión completa de lo que nuestros clientes quieren y necesitan»
indica Shein en su sitio web.
Pero los dueños de talleres en Guangzhou se quejan de que Shein es demasiado exigente.
El taller de Li Zhi produjo prendas para un contratista de Shein hace cuatro años, pero el acuerdo duró solo uno. «Shein exige alta calidad pero ofrece precios bajos», criticó.
Ahora vende a mayoristas para el mercado interno de China, que le ofrecen precios más altos. Pero el negocio aún es difícil, aclaró, ya que la escasez de trabajadores manuales ha hecho que el precio corriente por jornal suba de US$ 48 hace cuatro años a casi US$ 70.
Hoy, en China, casi dos tercios de los jóvenes de 18 años se inscriben en un colegio o universidad, frente al 10% en 2000. Eso ha reducido la población dispuesta a trabajar en fábricas.
«La actividad económica se deteriora cada año. Hay cada vez menos trabajadores, en su mayoría nacidos en los 70 y 80», dijo Li.
Si Trump pone fin de manera permanente a la regla de «minimis», las prendas importadas que ahora están libres de impuestos quedarían sujetas a aranceles básicos del 3% al 30%, más otro del 7,5% impuesto durante su primer mandato, y un 10% adicional sobre todas las importaciones chinas que el presidente impuso en febrero. Además, habría tarifas de procesamiento de aduanas de US$ 5 a US$ 20 por paquete.
Shein indicó que sus proveedores pagaban a sus trabajadores el doble del salario mínimo local. Temu señaló que casi el 60% de sus ventas en EE.UU. se hacían ahora desde almacenes en el país con envíos que pasaban por la aduana y con aranceles pagados.
Yun Congping, propietario de una tienda de costura de Guangzhou que abastece al mercado tailandés, dijo que él y otros comerciantes necesitaban exportar. «Si no aceptamos los acuerdos» para suministrar exportaciones a bajo precio, apuntó, «no hay nada más que hacer».
Nuevas medidas de Occidente
Las ventajas competitivas de la industria exportadora de envíos baratos en China van más allá de evitar aranceles y eludir inspecciones aduaneras.
Más del 90% del algodón del gigante asiático se cultiva en Xinjiang, una región en el extremo noroeste del país. Muchos gobiernos occidentales han comenzado a restringir o prohibir las importaciones con cualquier contenido proveniente de Xinjiang después de las detenciones masivas realizadas allí por las agencias de seguridad chinas y de la evidencia de trabajo forzado entre los grupos étnicos predominantemente musulmanes de la región, en particular los uigures.
Los hogares y las pequeñas empresas que compran parcelas de minimis de China tienen la responsabilidad legal de asegurarse de que estas no contengan algodón ni otros materiales de Xinjiang, pero los reguladores en Occidente se han mostrado reacios a presentar cargos.
Los grandes minoristas, por el contrario, generalmente cumplen con la legislación relacionada con Xinjiang cuando importan grandes contenedores de ropa para sus tiendas.
Los propietarios de talleres en Guangzhou dijeron que no sabían de dónde obtenían sus proveedores de telas el algodón.
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